«La situación educativa de las mujeres ha mejorado, sí, pero no es suficiente. La violencia de género es frecuente, la economía del cuidado sigue recayendo principalmente en las mujeres, así como muchas tareas “tradicionalmente femeninas”. Logrado el acceso paritario a la educación, queda lo más difícil: cambiar los sentidos comunes y las normas sociales que obstaculizan la igualdad de género. Nuestros esfuerzos deberían ir por hacia ese lado, sin descuidar el cierre de brechas en los grupos más vulnerables.»